de Sofia Alvarado

Cuando el 24 de febrero del 2022, el presidente ruso Vladimir Putin ordenó el ataque militar a la región de Donbás, no solamente amenazó la soberanía de Ucrania, sino también el relativo equilibrio político y económico a nivel global. Si bien Rusia ha renunciado oficialmente al carácter autoritario de la Unión Soviética, detrás del ataque a Ucrania se revela cómo se identifica con el pasado y no piensa perder el poder que tuvo sobre los territorios antes anexados al país. Ante el retomo a la posición ofensiva que tuvo en la Guerra Fría, los países agrupados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte han visto en la actitud rusa un peligro al cual, sin embargo, no pueden responder directamente, ya que podría resultar en una guerra de escala mundial de consecuencias impredecibles. 

Efectivamente, a pesar de que la guerra se está desarrollando en el continente europeo, las repercusiones de la inestabilidad han llegado al continente sudamericano. En el Perú, la situación política y los rezagos de la crisis causada por la pandemia han agravado tales efectos; entonces, es pertinente preguntarnos cuáles serán las respuestas sociales y gubernamentales frente a las consecuencias de la guerra. 

La justificación de la guerra se basa en el principio del origen común y, por lo tanto, de “un solo pueblo”, como señaló Putin en una conferencia de prensa. Rusia no solamente evoca al eslavo oriental Kievan Rus, también a la Unión Soviética, a la cual el territorio ucraniano fue sumado a inicio de la década de 1920. Ante la amenaza de expansión de esa época, doce países liderados por Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y Francia formaron la OTAN, que entonces limitó las ambiciones rusas. Cuando la Unión Soviética colapsó en 1991, Ucrania alcanzó su independencia “oficial” después de casi setenta años. Pero la facción prorrusa dentro del país sigue presente. Rusia teme que las potencias occidentales estén rodeando al país y plantea el ataque como medida de defensa de su estabilidad y su poder a nivel global. Al ser un país socio de la OTAN, es decir, con la posibilidad de poder unirse, el conflicto se origina en la intención de Ucrania, desde antes del 2013, de unirse al bando occidental. Ese año, en efecto, el presidente prorruso de Ucrania, Victor Yanukóvich, suspendió la firma de un acuerdo de asociación con la Unión Europea. Tal hecho generó el descontentó de la población, que protestó el 24 de noviembre del mismo año. Un año después, Rusia anexó la península de Crimea, luego de un referéndum en Crimea en el que la unión superó a la contraparte con más del 97%. La OTAN, entonces, congeló su relación con Moscú, y EE UU y la UE sancionaron a Rusia. En mayo del mismo año, la situación amenazó con repetirse en el este de Ucrania, en Donetsk y Lugansk. A finales del 2014, las partes interesadas crearon el Protocolo de Minsk con el objetivo de poner fin al conflicto entre los separatistas y combatientes. Sin embargo, al trasladar tropas a las fronteras con Ucrania desde el 2021, Rusia demostró que no pensaba respetar el acuerdo de paz. A finales del año, se evidenció la intención de invadir el territorio ucraniano. Rusia ve en el control de Ucrania la oportunidad de recuperar una zona de seguridad y de comercio, de evitar la expansión de la OTAN y de unir a “un mismo pueblo”. El 3 de febrero del 2022, Estados Unidos y la OTAN rechazaron firmar un acuerdo de seguridad con Rusia y cerraron la posibilidad de incorporar a Ucrania a la alianza. El 21 de febrero de 2022, Putin firmó el reconocimiento de las regiones prorrusas ucranianas.

Las repercusiones de las sanciones internacionales sobre Rusia y sus aliados por la invasión han impactado en la economía de nuestro país. Si bien el Perú no ha declarado alguna restricción respecto del país invasor, se ha visto, como en todo el mundo, afectado, pues Rusia limitó sus relaciones con muchos países. Mercados como el agrario y el petrolero se vieron perjudicados. Pese a que la importación de petróleo de Rusia en América Latina es menor al 15 por ciento según el portal Statista, los precios de los combustibles han subido. 

Estos ya se encontraban en ascenso como consecuencia de la pandemia y de la inflación. Ya el 10 de marzo, Petroperú informó de un aumento del 13% en la mayoría de los precios de sus combustibles y alertó sobre la situación de emergencia de la sostenibilidad del suministro. El precio del galón de gasolina de 95 aumentó en un 42% y alcanzó hasta 22 soles. El 29 de marzo, el Gobierno de Perú oficializó la siguiente serie de medidas para suavizar la subida de precios: la incorporación por tres meses de la gasolina de 84 y 90, el diesel 2, el GLP y el gasohol de 84 al Fondo de Estabilización FEPC. 

Debido al incremento nacional de precios de los combustibles, el costo del transporte de mercadería ha aumentado y, por lo tanto, el precio de los productos. David Zamora anticipa que algunos productos se van a encarecer por el impacto económico porque todo forma parte de una cadena. Clímaco Cárdenas, presidente de Conveagro, anticipa que la producción de alimentos se reducirá en un 40% en los próximos 3 meses por falta de fertilizantes que en gran parte provienen de Rusia. Esto generaría falta de oferta y, por lo tanto, aumento de costo. 

La crisis motivada por la pandemia y el incremento de los fletes marítimos habrían iniciado el problema. Hasta la fecha, 23 de abril de 2022, el incremento de los fertilizantes aumentó en 410%. Esto genera pérdidas para los agricultores, pero también para los hogares. El precio de los productos de la canasta básica como el arroz, la papa y el maíz será fuertemente incrementado porque no habrá el volumen suficiente para una oferta que cubra la demanda de la población. El precio de los granos y de la soya también se incrementará, pues muchos países productores de granos están reduciendo sus exportaciones. 

En conclusión, la guerra en Ucrania ha llegado a impactar la estabilidad de nuestro país de forma significativa. Las protestas como la de los transportistas demuestran el descontento de la población por la incapacidad del Gobierno para hacer frente a la crisis. Ante la falta de producción y el aumento de impuestos, es urgente que el gobierno asuma una postura decidida y eficiente para enfrentar los problemas. 

La guerra in Ucraina: Ieri e Oggi

Quando il 24 febbraio 2022 il presidente russo Vladimir Putin ha ordinato l’attacco militare alla regione del Donbass, non solo ha minacciato la sovranità dell’Ucraina, ma anche il relativo equilibrio politico ed economico a livello globale. Mentre la Russia ha ufficialmente rinunciato al carattere autoritario dell’Unione Sovietica, dietro l’attacco all’Ucraina si rivela come si identifichi con il passato e non intenda perdere il potere che aveva sui territori precedentemente annessi al paese. Di fronte al ritorno alla posizione offensiva che aveva nella Guerra Fredda, i paesi raggruppati nell’Organizzazione del Trattato del Nord Atlantico hanno visto nell’atteggiamento russo un pericolo al quale, tuttavia, non possono rispondere direttamente, poiché potrebbe sfociare in una guerra su scala mondiale dalle conseguenze imprevedibili.

Infatti, nonostante il fatto che la guerra si stia svolgendo nel continente europeo, le ripercussioni dell’instabilità hanno raggiunto il continente sudamericano. In Perù, la situazione politica e i ritardi della crisi causati dalla pandemia hanno aggravato questi effetti; quindi, è pertinente chiedersi quali saranno le risposte sociali e governative alle conseguenze della guerra.

La giustificazione della guerra si basa sul principio dell’origine comune e quindi di «un solo popolo», come ha osservato Putin in una conferenza stampa. La Russia non solo evoca la Kievan Rus slava orientale, ma anche l’Unione Sovietica, a cui è stato aggiunto il territorio ucraino nei primi anni del decennio del 1920. Di fronte alla minaccia di espansione dell’epoca, dodici paesi guidati da Stati Uniti, Canada, Regno Unito e Francia formarono la NATO, che poi limitò le ambizioni russe. Quando l’Unione Sovietica crollò nel 1991, l’Ucraina raggiunse la sua indipendenza «ufficiale» dopo quasi settant’anni. Ma la fazione filo-russa all’interno del paese è ancora presente. La Russia teme che le potenze occidentali stiano circondando il paese e utilizza l’attacco come misura per difendere la sua stabilità e il suo potere a livello globale. Essendo un paese partner della NATO, cioè con la possibilità di poter aderire ed essa, il conflitto ha origine nell’intenzione dell’Ucraina, da prima del 2013, di unirsi alla parte occidentale. Quell’anno, in effetti, il presidente filo-russo dell’Ucraina, Victor Yanukovych, sospese la firma di un accordo di associazione con l’Unione Europea. Questo fatto generò il malcontento della popolazione che protestò il 24 novembre dello stesso anno. Un anno dopo, la Russia ha annesso la penisola di Crimea, a seguito di un referendum in Crimea in cui l’unione ha superato la controparte di oltre il 97%. La NATO, quindi, ha congelato le sue relazioni con Mosca, e gli Stati Uniti e l’UE hanno sanzionato la Russia. Nel maggio dello stesso anno, la situazione minacciava di ripetersi nell’Ucraina orientale, a Donetsk e Lugansk. Alla fine del 2014, le parti interessate hanno creato il Protocollo di Minsk con l’obiettivo di porre fine al conflitto tra separatisti e combattenti. Tuttavia, spostando truppe ai confini con l’Ucraina dal 2021, la Russia ha dimostrato di non voler rispettare l’accordo di pace. Alla fine dell’anno, l’intenzione di invadere il territorio ucraino è diventata evidente. La Russia vede nel controllo dell’Ucraina l’opportunità di recuperare una zona di sicurezza e commercio, di impedire l’espansione della NATO e di unire «lo stesso popolo». Il 3 febbraio 2022, gli Stati Uniti e la NATO hanno rifiutato di firmare un accordo di sicurezza con la Russia e hanno chiuso la possibilità di incorporare l’Ucraina nell’alleanza. Il 21 febbraio 2022, Putin ha firmato il riconoscimento delle regioni ucraine filo-russe.

Le ripercussioni delle sanzioni internazionali sulla Russia e sui suoi alleati per l’invasione hanno avuto un impatto sull’economia del nostro paese. Sebbene il Perù non abbia dichiarato nessuna restrizione nei confronti del paese invasore, è stato colpito, come tutto il mondo, poiché la Russia ha limitato le sue relazioni con molti paesi. Mercati come l’agricoltura e il petrolio sono stati compromessi. Nonostante il fatto che l’importazione di petrolio dalla Russia in America Latina sia inferiore al 15% secondo il portale Statista, i prezzi del carburante sono aumentati.

Questi erano già in crescita a causa della pandemia e dell’inflazione. Già il 10 marzo, Petroperú ha riportato un aumento del 13% della maggior parte dei prezzi del carburante e ha avvertito della situazione di emergenza della sostenibilità dell’approvvigionamento. Il prezzo di un gallone di benzina di 95 ottani è aumentato del 42% e ha raggiunto i 22 soles. Il 29 marzo, il governo del Perù ha ufficializzato la seguente serie di misure per attenuare l’aumento dei prezzi: l’incorporazione per tre mesi di benzina di 84 e 90, diesel 2, GPL e benzina di 84 al FePC Stabilization Fund.

A causa dell’aumento nazionale dei prezzi del carburante, il costo del trasporto delle merci è aumentato e, quindi, il prezzo dei prodotti. David Zamora anticipa che alcuni prodotti diventeranno più costosi a causa dell’impatto economico perché tutto fa parte di una catena. Clímaco Cárdenas, presidente di Conveagro, prevede che la produzione alimentare sarà ridotta del 40% nei prossimi 3 mesi a causa della mancanza di fertilizzanti che provengono in gran parte dalla Russia. Ciò genererebbe una mancanza di offerta e, quindi, un aumento dei costi.

La crisi causata dalla pandemia e l’aumento del trasporto marittimo avrebbero avviato il problema. Ad oggi, 23 aprile 2022, l’aumento dei fertilizzanti è aumentato del 410%. Ciò genera perdite per gli agricoltori, ma anche per le famiglie. Il prezzo dei prodotti di base come riso, patate e mais verrà fortemente aumentato perché non ci sarà abbastanza volume per un’offerta che soddisfi la domanda della popolazione. Anche il prezzo dei cereali e della soia aumenterà, poiché molti paesi produttori di cereali stanno riducendo le loro esportazioni.

In conclusione, la guerra in Ucraina ha avuto un impatto significativo sulla stabilità del nostro paese. Proteste come quella dei trasportatori dimostrano il malcontento della popolazione per l’incapacità del governo di affrontare la crisi. Data la mancanza di produzione e l’aumento delle tasse, è urgente che il governo assuma una posizione decisa ed efficiente per affrontare i problemi.

Articolo tradotto da Valentina Ursino